Impuntualidad ilustrada, por Pablo Maljean

El momento en que se entera uno de la tragedia se queda grabado en la memoria. Por eso se recuerda el bocata de atún y huevo duro que se comía el día en que se ha producido un suceso aparatoso y terrible, como la muerte de un famoso, la explosión de una bomba o el inicio de una guerra. El matiz de la reacción de un periodista en esos momentos varía, pero me gusta pensar que el primer impulso le lleva a condenar los actos, no por su crueldad e injusticia, sino porque le han pillado cinco minutos antes de terminar su jornada, a un puñado de pasos de rebajar sus niveles de urgencia y salir por las puertas de la redacción. Inmediatamente después, casi solapados en el tiempo, vendrían los pensamientos empáticos, pero siempre tras ese primer impulso egoísta.
Cuando supimos que Rusia había comenzado la invasión de Ucrania, contra
todos los pronósticos vertidos en la oficina los días anteriores, por supuesto que
pensamos en el desastre humanitario, nos extendimos en la incomprensión, nos
preocupamos. Pero nuestra mente rápidamente se ocupó de bajar el suceso a nuestro plano de la realidad, lejos de alarmas de bombardeos y centrales nucleares en disputa: “Tenemos pendiente el libro de Borja Lasheras sobre Ucrania. ¿Cómo va? Vamos a llegar tarde”.

En eso no nos equivocamos. Hemos llegado tarde. Se ha publicado ya tanto
que uno de nuestros reclamos comerciales ha sido “este no es como el resto de libros sobre Ucrania”. Y así con todo, y desde siempre. Y nos parece estupendo. Es el momento de derribar las connotaciones peyorativas de la impuntualidad. La editorial colecciona eslóganes muy por encima de sus posibilidades, pero podríamos añadir un “orgullosamente impuntuales”. Si estuviéramos tomando café semanalmente con Bob Woodward, Vivian Gornik o Lucy Sante, dando charlas sobre la crisis de los medios en universidades de piedra caliza, seguramente reivindicaríamos el periodismo lento. Pero no engañemos a nadie: nuestra realidad discurre más por semisótanos con poca luz y mucha cerveza. ¡Viva la impuntualidad ilustrada! 
Así que sigan con atención nuestro catálogo: les dirá en qué es el lo que deberían haber estado pensando hace ocho meses, cinco años o dos décadas.

PD: Como seguidores de esta filosofía hasta el extremo, hemos querido reactivar el blog de la web. Ahora que parece que Twitter amenaza con autodestruirse,
hemos pensado que el blog es una herramienta totalmente inexplorada a la que seguro le aguarda un gran futuro. Vamos, que llegamos tarde de nuevo.

PD2: Para predicar con el ejemplo esta columna fue entregada en la más estricta impuntualidad.
Pablo Maljean.

Lucía Perez Oroz
Lucía Perez Oroz

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