Sean más tolerantes con los vivos

Odio los oficios fúnebres. No porque alguien haya muerto, pues en realidad no he tenido que enterrar a ningún allegado. Y los no allegados me son indiferentes. De todos modos, odio los entierros. En el contexto de la muerte cualquier acción parece inmoral. Odio los entierros por su tono de dolor hermoso, convincente. Por las lágrimas de la gente que en realidad son extraños, dolientes ajenos. Por la sensación de alegría reprimida: "no es mi muerte, sino la de otro". Por el secreto entusiasmo de la bebida que vendrá. Por los elogios exagerados dedicados al difunto. Siempre siento deseos de gritar: "A él ya le da igual. Sean más tolerantes con los vivos. Conmigo, por ejemplo".
El compromiso, Serguey Dovlátov (ed. Ikusager)
p.d: Gracias por el chivatazo, Ander Izagirre.

Emilio Sánchez Mediavilla
Emilio Sánchez Mediavilla

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