Esa pregunta nunca se la habrían hecho a un hombre

La familia y las amistades han sido siempre fundamentales para mí, pero poco a poco empecé a tener otros conocidos y a valorar más a mis amigos masculinos. Siempre ha habido hombres en mi vida —en el amor y la amistad— y siempre he disfrutado con ellos. Mientras vivía Phil, lo adoraba hasta tal punto que nunca pensé en otra relación. En realidad, la idea de la «mujer de un solo hombre» se me quedó grabada durante años, y aún existen vestigios. A menudo me han preguntado por qué  nunca volví a casarme. Durante mis primeros años de editora me molestaba que me hicieran la pregunta, porque consideraba que nunca se la habrían hecho a un hombre. Solía responder que no sabía por qué. Sigo sin saber todas las razones, pero sí llegué a comprender que mi trabajo lo hacía muy difícil, por no decir imposible.


Los hombres que me atraen son fuertes, brillantes, duros y comprometidos, pero un hombre de ese tipo, probablemente, no acepta mi vida, que es activa y absorbente. Esos hombres necesitan más atención y energía emocional de la que me queda a mi al final de la jornada, y lo que yo estaba buscando era un príncipe consorte. En realidad, no buscaba nada. Estaba tan inmersa en lo que hacía que prácticamente no le presté atención a la idea. Y, cuando sí lo hice, pensé que era poco probable. Cuando una persona lleva años viviendo sola empieza a darse cuenta de lo difícil que va a resultarle adaptarse a vivir con alguien. Yo tenía muy claro que estaba casada con mi trabajo, y me encantaba.

 

Una historia personal, Katharine Graham


Emilio Sánchez Mediavilla
Emilio Sánchez Mediavilla

Autor



Dejar un comentario

Los comentarios se aprobarán antes de mostrarse.