La discriminación sutil (detalles cotidianos sobre los que llaman la atención Eugenio García Gascón y Miguel Mora)

Hay formas de discriminación excepcionalmente sutiles, que muchas veces pasan por delante de nuestros ojos, pero por cotidianas no reparamos en ellas. Un periodista no debe perderlas de vista.

Escribe Eugenio García Gascón en La cárcel identitaria:

«La Asociación para la Igualdad Cívica en Israel ha presentado un informe sobre el servicio de autobuses. Resaltan que la frecuencia de los autobuses en las localidades de población judía es mucho más alta que la frecuencia de los autobuses en las ciudades con población árabe. En algunos casos, en ciudades con un número de habitantes similar, la frecuencia es hasta 14 veces superior en las ciudades judías. El estudio compara tanto la frecuencia como el número de rutas que hacen los autobuses, que también es muy inferior en las ciudades árabes.

En Umm al Fahm, por ejemplo, una de las localidades palestinas más grandes de la Galilea, hay 184 viajes diarios en 26 rutas distintas. Pero en la localidad judía de Pardes Hannah, que es menor que Umm al Fahm, hay 694 viajes diarios en 33 líneas de autobuses. En la localidad palestina de Kafr Qasem hay 62 viajes diarios de una sola línea, mientras que en la vecina localidad judía de Shoham hay 232 viajes diarios en 27 líneas distintas. La discriminación en detrimento de los árabes se aprecia en prácticamente todos los ámbitos de la vida, pero las autoridades no hacen absolutamente nada para corregirla».

Y escribe Miguel Mora en su reportaje Banlieue. La República de la periferia”:

«El 27 de octubre de 2005, Seine-Saint-Denis se hizo célebre en todo el mundo. La cólera estalló en la “aglomeración comunitaria” de Clichy-sous-Bois-Montfermeil, una ciudad partida en dos donde viven 60.000 personas, situada en tierra de nadie, pero solo a 15 kilómetros de París, y unida al mundo exterior por una única línea de autobús: la 347.

(…)

Ocho años después, las cifras indican que el Estado francés ha invertido cientos de millones de euros en Clichy y Montfermeil. Las torres donde los vecinos sufrían hacinamiento y miseria han sido derribadas y sustituidas por edificios menos inhumanos; hay más parques y jardines, canales, empresas y muchas mezquitas nuevas. Y a la línea 347 se ha sumado otra: la 61.

“La situación ha cambiado poco. París sigue estando a 15 kilómetros, pero todavía tardamos hora y media en llegar. Media hora de autobús, media de cercanías y media de metro”, explica Mariam Cissé, teniente de alcalde de Educación en Clichy desde 2008».


Libros del K.O.
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