Supongo que, a la hora de escribir, todo el mundo tiene dudas. O, si a los demás no les ocurre, por lo menos a mí sí. Aunque uno aprende a silenciar estas dudas para que no incordien, son persistentes y vuelven una vez tras otra. En mi caso, una de las que más me cuesta quitarme de encima es: “¿Pero esto le va a interesar a alguien?”.
Esta duda tiene un fundamento objetivo: escribo sobre los Balcanes, una región de Europa que queda en los márgenes de la actualidad salvo cuando hay conflicto o posibilidad de conflicto, si es armado mejor. Además, se trata de una realidad compleja de transmitir a un lector sin apenas conocimientos previos.
Pero creo que hay que hacerlo. Rastreo historias personales atractivas que, al mismo tiempo, me permitan contar cosas sobre los Balcanes. Procuro escribirlas de manera fluida, buscando que, al terminar cada párrafo, el lector sienta el impulso de pasar al siguiente. Aunque el contenido a veces sea áspero, intento guiarlo con cariño por la realidad balcánica. Hacerle sentir que estoy de su lado.
¿Por qué lo hago? Porque amo los Balcanes, donde he pasado la mayor parte de mi vida adulta. Porque pienso que vale la pena intentar contarlos más allá de estereotipos. Porque me han dado mucho y, en la medida de mis capacidades, lo intento devolver. Pero, sobre todo, porque si me parecen interesantes –y me lo parecen muchísimo– vale la pena luchar por transmitir ese interés a los demás.
Así que este es mi truco cuando me asalta la dichosa duda. Si estoy escribiendo y me oigo decirme: “¿Pero esto le va a interesar a alguien?”, me respondo al instante: “Para empezar, a ti”. Y ya tengo un punto de partida.
Lucía Perez Oroz
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